Agricultura vegánica: intentando cultivar el respeto

Entrevista a Krl, agricultor vegano en las Islas Canarias

En medio del auge por una alimentación más consciente y respetuosa con el medio ambiente, empieza a sonar un concepto aún poco conocido: la agricultura vegánica. Pero ¿qué significa cultivar sin insumos de origen animal? ¿Y por qué es importante hablar de esto también desde la ética? Para responder a estas preguntas, conversamos con Krl, un agricultor vegano de 39 años que vive en las Islas Canarias y lleva más de una década poniendo en práctica este enfoque coherente con los principios del veganismo.

“Ser lógico”, resume Krl cuando se le pregunta por qué eligió aplicar el veganismo también a la tierra. “Intenté extender los principios del veganismo a la producción de alimentos. Fue una consecuencia natural”, cuenta. 

A continuación, te invitamos a conocer un poco más de la agricultura vegánica.

Bubango en flor

¿Qué es la agricultura vegánica?

La agricultura vegánica busca producir alimentos sin explotar a los animales, ni utilizar productos derivados de sus cuerpos, como estiércol, harina de huesos o sangre. Además, promueve el respeto por los animales libres que habitan los suelos y los ecosistemas donde se cultiva.

“En la teoría, se trata de no explotar animales para obtener comida. En la práctica, implica usar materia orgánica vegetal, compost y plantas, fomentar la vida microbiana del suelo, y excluir pesticidas o subproductos animales, incluso si provienen de santuarios”, explica Krl.

A diferencia de la agricultura convencional, que utiliza fertilizantes sintéticos y pesticidas químicos, o de la agricultura ecológica, que si bien evita lo sintético, recurre a productos de origen animal; la agricultura vegánica se basa en principios más amplios de sostenibilidad y congruencia con el veganismo.

“Desde una perspectiva vegana, la agricultura orgánica no es necesariamente ética. Sigue implicando explotación animal y uso de recursos no renovables. La vegánica propone un modelo más coherente con el respeto hacia todos los animales”, dice Krl.

Compost

Cultivar sin matar

Uno de los pilares de esta práctica es intentar no matar conscientemente a ningún animal, incluso insectos. Esto se traduce en técnicas menos invasivas, como evitar el labrado y crear entornos donde se relacionen microorganismos, plantas, y animales.

“Todos los espacios que vemos están ocupados por animales, pero muchas veces no tenemos la consciencia de verlos ni de respetar sus espacios. Aún no conocemos una agricultura libre de sufrimiento, pero sí podemos minimizar los daños”, reflexiona Krl. “La agricultura vegánica los tiene en cuenta, y eso la hace más respetuosa”.

También destaca la importancia de preservar espacios para otros animales, en lugar de verlos como plagas o enemigos del cultivo: “Todos somos parte del mismo ecosistema”.

En sus palabras se intuye una forma de comunión con la tierra, una relación más sensible:

“La tierra nos da todo. Solo debemos crear las condiciones para que exprese su abundancia.”

Lombrices libres

Sembrar en Canarias

Krl y su compañera, May, encontraron en lado noreste de la Isla de La Palma, en Canarias, un lugar ideal para llevar adelante esta forma de cultivo: “Este es un sitio con características hídricas y geográficas muy afortunadas, muy especiales. Aquí, sin heladas ni calores extremos, la experiencia ha sido excelente”.

Entre sus cultivos favoritos están los árboles frutales. En general, los cultivos perennes, porque “no requieren labrado constante y ayudan a mantener la salud del suelo”. También valora las crucíferas como el brócoli, col rizada o coliflor, por su nutrición y resistencia; y tiene un cariño especial por el bambú gigante, el cual admira por su versatilidad (como biomasa, en construcción y gastronomía).

Árbol de guayabita

¿Y si no tengo tierra?

Para quienes viven en la ciudad, Krl tiene un mensaje claro: comenzar con lo que tengas. “Yo también empecé sembrando en macetas. Recomiendo hacer compost con tus propios desechos y probar”. El fracaso es parte del proceso de aprendizaje.

Entre las plantas recomendadas para espacios pequeños, sugiere empezar con aromáticas como menta, tomillo o albahaca, y frutas como fresas, que se adaptan bien a macetas y se reproducen con facilidad. También verduras como remolacha, col rizada o tomates, dependiendo del clima y los recursos disponibles.

“En realidad, casi cualquier planta puede crecer en maceta si se le da el cuidado adecuado, incluso el bambú. El punto es intentarlo”.

Bambú gigante en maceta

Un mensaje final: sembrar

A quienes están comenzando a cuestionar cómo se produce lo que comen, Krl les propone ir más allá del pensamiento:

“Que entren en acción. Siembren. Lo peor que puede pasar es no sembrar.”

Con entusiasmo y convicción, invita a reconectar con el poder del mundo vegetal: “Tenemos semillas, herramientas, agua y tierra. Basta con empezar por una planta preferida y estar dispuestos a aprender. Hay un mundo invisible, el de los microorganismos, que nos recuerda que la tierra contiene todo lo necesario para crear vida. Solo tenemos que aprender a acoplarnos a los tiempos de la naturaleza”.

Huerta con agricultura vegánica y técnica de hugelkultur

Sembrar puede ser el comienzo. Descubre cómo cada decisión cotidiana puede estar en armonía con tus valores. En el Desafío 22 te acompañamos en este viaje hacia una vida más consciente, ética y sostenible. Es gratis: ¡Únete ahora!