El sufrimiento oculto de los camellos en Egipto

Con las pirámides de marco, nuestra viajera descubre el lado oculto de una tradición turística: la realidad de los camellos. Su experiencia nos invita a reflexionar sobre cómo viajar sin causar daño.

La meseta de Giza recibe millones de turistas cada año (1) atraídos por las fantásticas pirámides. Rosario, viajera uruguaya, llegó en octubre de 2025 con la ilusión de una experiencia inolvidable. Pero la realidad que encontró fue chocante: un paisaje arquitectónico y natural dignos de admiración, contrastado por turistas divirtiéndose sobre camellos exhaustos bajo un sol abrasador. En su memoria quedó una escena imposible de borrar:

“Llegando a las pirámides de Giza me topé con las primeras caravanas de camellos montados por turistas. Tristes y nobles animales con bozales, disfrazados con telas de colores y borla. Tan elegantes en su majestuosa figura, son sometidos y humillados sistemáticamente” – Rosario

Este primer encuentro la dejó inquieta y decidió hacer de su viaje algo más que unas vacaciones: desde entonces se dedicó a documentar, fotografiar a las víctimas del turismo irresponsable y entrevistar tanto a locales como a viajeros.

Aunque Rosario sabía que el turismo es vital para Egipto, jamás imaginó que detrás de una postal romántica, había tanta injusticia y dolor.

Te invitamos a informarte sobre este tema para apoyar la liberación de los camellos, un turismo consciente y empleos dignos para los residentes de Egipto.

La vida oculta de los camellos

A la vista de cualquier visitante, los camellos turísticos lucen imponentes con sus dos metros de altura decorados con flecos y monturas brillantes. Pero Rosario observó detalles de sufrimiento: callos inmensos en las rodillas (por arrodillarse y levantarse repetidas veces), bozales y fuertes cuerdas atadas a su cabeza. Algunos camellos llevaban una cuerda que les atravesaba el tabique nasal, una práctica habitual para controlarlos mediante el dolor. No había sombra ni agua a la vista, mientras cumplían turnos de 9:00 a 15:00 horas bajo el sol. 

Varias investigaciones recientes confirman su testimonio: activistas de PETA Asia documentaron camellos “explotados bajo el calor abrasador” sin acceso a sombra ni comida (2). La mayoría son animales jóvenes (muchos apenas de 4 años, pese a madurar a los 8) obligados a soportar cargas pesadas que afectan su desarrollo óseo (3).

Un guía mencionó parecerle mal lo que se hacía con los animales, pero argumentó que de algo tienen que vivir y en todo el país este uno de los principales medios.

Otro guía le afirmó que en Giza trabajan unas 1000 familias con camellos, ofreciendo paseos por tramos, por tiempo o incluso por fotos. Los precios para turistas suelen rondar los 10 USD por un paseo corto (4), subiendo hasta 60–100 USD en safaris más largos. Pero Rosario pensó: ¿quién paga el precio mayor de estos recuerdos? 

“Si tuviera que describir la mirada o el cuerpo de los camellos, diría que tienen una mirada lánguida, bondadosa. Parecen en otra dimensión, soportando ese mísero destino al que los encadenamos los seres humanos.
Qué daría yo por ver ese elegante balanceo en su lento caminar, pero en libertad, en su hogar, con su familia; observarlos desde lejos y amarlos.“– Rosario

Investigaciones anteriores han denunciado que, al terminar su “vida útil”, muchos camellos son vendidos a mataderos cercanos (3), donde son asesinados brutalmente frente a los demás, o son descartados en terrenos vacíos fuera de la vista de los turistas.

Como si todo esto fuera poco, se ha documentado a policías confiscando material, impidiendo que grabaciones sobre maltrato animal fueran difundidas por investigadores. (5) Rosario agrega que “los guías se cuidan muchísimo porque saben que hay turistas que observan y están en desacuerdo.”

Lo más duro: crueldad e indiferencia

Lo peor para Rosario fue presenciar la humillación diaria: guías que gritaban a los camellos y usaban palos y cuerdas para manejar cada movimiento. “Les pegaban con porras, los empujaban y tironeaban del hocico”, explicó otro activista (3). Ella misma vio cómo los tenían totalmente dominados.

Para que un camello se arrodille y permita ser montado por un turista, el guía le toca las piernas delanteras con un palo. Como mucho, a la segunda vez que los comandan se arrodillan. ¡El entrenamiento previo debe ser inimaginable! – Rosario

Lo que más le indignó fue la apatía general. Mientras algunos turistas aplaudían otros se tomaban selfies, fascinados con el “lado exótico” del paseo. Nadie cuestionaba la escena. Quienes no pagan por esta actividad, generalmente evitan las estaciones donde se mantiene a los camellos, estratégicamente ubicadas para no recibir miradas de desaprobación.

Esa paz negativa le partió el alma a Rosario: sabía que ningún cartel ni folleto turístico informaba sobre el verdadero costo de usar a los camellos como medios de transporte.

Sin embargo no se dio por vencida. Continuó concientizando a quienes se encontraba y buscando alternativas para poder aprovechar en su viaje, todo lo que sí promueve un estilo de vida libre de explotación animal. Como buena activista optó por hacer los recorridos de las pirámides a pie y pedir comida 100% basada en plantas en cada alojamiento.

¿Por qué se permite esto?

Rosario se preguntó cómo era posible que tal maltrato fuese legal. En teoría, Egipto tiene normas que prohíben la crueldad: la Constitución (Art. 45) ordena “garantizar el trato humano de los animales” y la Ley de Agricultura (1966) castiga infligir crueldad. Sin embargo, estas leyes son vagas en la práctica: sólo se penaliza matar o envenenar animales, sin contemplar la explotación constante o la falta de cuidado. En resumen, “las protecciones legales son imprecisas y escasas” (6), advierten expertos, y las sanciones reales son mínimas (penas bajas y multas simbólicas).

El gobierno egipcio parece consciente del problema. En octubre de 2024 lanzó un Programa Nacional de Bienestar Animal para Caballos y Camellos en Sitios Arqueológicos (7). La iniciativa prevé atención veterinaria, vacunaciones y clínicas móviles, además de entrenamiento a los dueños. Pero en realidad estas medidas no se han implementado ni son suficientes. Un portavoz oficial incluso admitió que las reformas se diseñan “para beneficiar a los turistas, no a los animales” (2). 

A nivel internacional hubo algunos avances: en 2025 plataformas como Airbnb y otras compañías de turoperadores acordaron eliminar de sus ofertas cualquier paseo con camellos o caballos en Giza (3). 

Rosario y el equipo del Desafío vemos esperanza en estas propuestas, pero sabemos que la transformación real depende de las acciones de todos.

Los defensores de los derechos animales exigimos medidas concretas: desde actualizaciones legales hasta la prohibición completa de paseos con animales.

“Lo más terrible para mí es cuando gritan, muestran los dientes y lanzan su grito al cielo. 
¿Quién escucha? Yo. Yo, y sé que muchos otros también. Y guardamos tu súplica para siempre en nuestro corazón. Y te prometemos que cada día de nuestra vida vamos a luchar por ti. Te quiero libre, te quiero feliz.” – Rosario

Caminos hacia un turismo responsable

Ante este sufrimiento oculto, ¿qué puede hacer un viajero? Rosario responde con acciones sencillas pero poderosas: 

  1. Rechaza las fotos pagas y los paseos en animales optando por alternativas que consideren sus derechos. 
  2. El mejor vehículo son tus pies. De hecho, la mayoría de los sitios turísticos se pueden recorrer a pie (8). 
  3. Además, existen otras opciones seguras sin usar animales: autobuses eléctricos (ya en funcionamiento en Giza (9), bicicletas y tours en camiones turísticos. 
  4. Sé un visitante consciente: infórmate sobre regulaciones locales de bienestar animal. Apoya experiencias alternativas, respetuosas con humanos, no humanos y el ambiente.
  5. Comparte tu historia. Hablar con otros viajeros y en redes sociales para difundir lo que se ve detrás de escena es imprescindible para que esta injusticia no pase desapercibida. 

Como le recordó Rosario a quienes la conocieron:

“Viajar como vegana es vivir cada experiencia con el corazón abierto a la empatía y la mente dispuesta al cambio. Si algo lleva sufrimiento ajeno evitable, mejor escoger otra opción.”

Al pie de las pirámides, en su último día del viaje, Rosario supo que su travesía no financió ni promovió la mercantilización de los demás animales. Y se sintió en paz.

Además, se llevó la grata sorpresa de que varios de sus compañeros del tour empezaron a considerar una perspectiva más amable con los demás animales y la felicitaron por su importante labor.

Ya de vuelta en Montevideo, se prepara para enviar cartas a cada hotel y empresa que fallaron al promover un turismo respetuoso.

Nuestras tradiciones y valores nos guían como sociedad, orientan nuestra brújula moral y moldean nuestras decisiones. Sin embargo, cuando las prácticas culturales causan daño y sufrimiento, es nuestro deber cuestionarlas y redefinirlas.

Con conciencia y voluntad, en cada viaje podemos asegurarnos de que nuestra aventura no tenga un alto costo oculto. 

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Fuentes:

  1. xataka.com
  2. investigaciones.petalatino.com
  3. infobae.com
  4. egyptra.com
  5. peta.org.uk/features/egypt-camels-horses-2024/
  6. api.worldanimalprotection.org
  7. egyptianstreets.com
  8. mochilaalparaiso.com
  9. xataka.com